jueves, 30 de diciembre de 2010

Los regalos del olvido

La calle era un tanto angosta y los baldosines provocaban que sus tacos se doblaran. Llevaba un abrigo café largo y debajo, un vestido un tanto provocativo. Su pelo estaba suelto y mojado, la lluvia ya habí¬a echo su trabajo. Luego de un par de minutos caminando, empezó a aumentar la velocidad, querí¬a llegar pronto. Pasó bajo el balcón de la casa que estaba ubicada en la esquina, y vé que de el caí¬a un chorro de agua y siguió apurando su paso. Llegó a la entrada de su casa, busco las llaves en su pequeño sobre, por suerte las encontró en seguida, luego de entrar se quitó el abrigo y preguntó por Antonio, el le contestó a lo lejos y ella corría descalza a cobijarse en sus brazos.
-Qué raro que llueva en esta fecha- Inés gritó desde el baño.
-Mira las noticias el Clima esta como un huracán-le dijo Antonio desde el dormitorio
Luego ambos se acostaron junto al otro, él se quitó los anteojos de reposo y ella se embetunó la cara con sus cremas que todas las noches la esperaban como sus fieles amantes. Enseguida, ambos apagaron las luces de sus veladores y comenzaron a dormir.
La pareja desperto con un sonido, los dos habían pedido libre ese día para pasar juntos su aniversario número dos. Luego de unos minutos que quizás fueron horas y después se trasformarían en años, el sonido se detuvo. Miró el reloj ya era tarde, ambos se metieron a la ducha e hicieron el amor. Se secaron y se vistieron, él le preparó el café. Inés se demoró, y si no fuera por el grito de Antonio llamando desde la cocina se hubiera demorado aún más. Le bastó mirar treinta segundos mientras que Antonio ya había reaccionado, buscó sus cosas y tomó la cartera de ella. Cerraron su casa y se perdieron entre las calles húmedas y un tanto polvorientas.
El televisor seguía prendido, ellos siguieron andando. Desaparecieron pero por su propia voluntad y no en manos de otros. Eso fue lo que a los nietos les contaron cuando por fin luego de algunos años volvieron a aparecer. El café de Inés se desvanecía, también como se descompuso la caja de chocolates que Antonio le había comprado, esos con licor que a ella tanto le gustan .El regalo de ella era un banderín de che guevara, años después se lo entregó cuando ya era seguro.