sábado, 28 de noviembre de 2009

Caminante


Cinco pasos bastaran, veinticinco pasos bastaron. Al llegar su mirada comenzó a rastrear, a buscar una salida. Sabia que era muy difícil salir de ahí miraba. Se detenía. Volvía a mirar.
¿Que veo? Veo gente, con sacos en sus cabezas, amarrados de pies y manos, con corazones rotos frágiles esperando que se rompan con la brisa marítima todos caminan en fila. Sin ver , solo guiados por ellos, grandes fantasma de su recuerdo.
Seguía caminando, no debía, ni podía detenerse. Su mente se llenaba de pensamientos, confusiones, estrategias imposibles de realizar.
¿Que piensas?En ellos, en los que deben ser perdonados. En los culpables del cansancio del alma y del cuerpo. Quiero pensar en bellos momentos junto aquellos que no volveré a ver en esta tierra.
Quiero dejarme arrastrar por la corriente, como la sangre se arrastra por mi cuerpo acelerando a si mi pulso, disminuyendo mi paz, aumentando mi nostalgia. Esa sangre que alimenta mi corazón . Corazón desdichado por el tiempo, por un pueblo esclavizado. Pueblo que nunca debió ser destruido como fue destruido.
¿Que pasa? Pasan cosas que no deberían pasar, momentos que son borrados antes de ser realizados.
Que es la mente si no un charco de mentiras vagabundas desesperada por ser arrancadas de aquel lugar.
Su mente repetía una y otra vez que debía ser fuerte, no dejar que su sangre se acelerara y llegara a su corazón para corromperlos con verdades que él no quería creer.
Veinticinco pasos bastaron, años no bastaran para lamentar la muerte de aquellos que un día creyeron en un ideal.

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