martes, 1 de septiembre de 2009

Sutil y Delicado #7



-Nunca pensé que te iba a volver a ver- le dijo Máximo en el mismo momento que ella lo observaba distante y un poco distraída- Después que recibí tu llamaba me quede pensando algunos momentos, si realmente era cierto o será una broma.


-¿Por qué desconfiar de mi?-le pregunto ella con una pequeña sonrisa en su rostro.


Después de algunas horas de conversación, recostados en el césped perdiendo su miraba en esas estrellas, infinitas, delicadas donde uno puede perderse y no volver jamás de aquel mundo interminable de constelaciones planetarias.


La brisa golpeaba sus rostros con un hipnotizante olor a ciudad, el cual le provoca una leve excitación mezclado con miradas frenéticas de deseo.


-¿Por qué llegaste ahí?-le pregunto él, delicadamente cerca de su mentón.


-Por escapar- Contesto involuntariamente -En Sevilla los problemas me consumieron, y necesitaba escapar. Siempre soñé con conocer Argentina y un día sin pensarlo estaba sentada en el avión con dirección aquí, dicen que las mejores cosas son las que pasan sin premeditación.



-¿Y te arrepientes de conocerme?-Pregunto él un tanto dudoso y tímido.


-Y quien dijo que nos conocemos-le respondió ella en el mismo momento que le daba una sonrisa de aprobación y en ese instante se puso en pie.


-¿Adónde vas?-le pregunto el siguiéndole a corta distancia.


-A olvidar- Contesto ella volteándose para mirarlo a la cara-A sumergirme en mis ilusiones, esas ilusiones que fueron rotas que sean borradas por el rocío de un mañana, aquel mañana sin él, ese hombre que me hizo volar hasta acá, él que me obligo a alejar mi mente del amor- contesto esa con esa sensación abrumadora de dolor.


Horas más tarde sus ojos destellantes, se hundían en un océano de pasión, caricias violentas y delicadas, besos que consumían hasta su ultima gota de deseo desenfrenado. Un placer que recorría su cuerpo por completo, desde la mente hasta su vientre, y perdiéndose en sus pies. Aquellos pies que estaban cansados de recorrer el camino interminable y difícil de la vida.


Ya ambos consumiéndose en aquel fuego delicado. Al sentir ese aliento en su oído ella iba olvidando lentamente que estaba ahí, como llego hasta Argentina, como llego hasta la cama de Máximo ese que la hacía temblar de solo mirarlo.


Solo se olvida y se marchita con el paso del tiempo, vamos alejándonos de la realidad y perdiéndonos en la fantasía del deseo, un deseo inevitable que pocas personas pueden dejar de recordarlos.


Un éxtasis emocional, que te invita a perderte en las comisuras más infinitas de la tierra. Llegar hasta el fondo del mar, y hasta la montaña más alta jamás descubierta. Una tierra de fantasías no infantiles, sino perversas y delicadas.

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