martes, 1 de septiembre de 2009

Sutil y Delicado #6



Lenta y Sigilosamente caminaba Sofía por las angostas calles de un antiguo barrio de Argentina. Al llegar a la esquina siguiente, Sofía doblo a su izquierda y se encontró lo buscaba. Un pequeño pero muy elegante café, sus puertas de una madera muy antigua por su aspecto junto a la puerta tenia pequeña fuente de agua con la figura de tres humanos en miniaturas. Fuera del café había algunas mesas en un orden asimétrico cada una con dos sillas de cuero café con terminación en un hilo color amarillo.

Al entrar Sofía se sentó sola junto a una mesa que se hallaba junto a la ventana del recinto que daba a una calle muy poco transitada.


-Un café simple por favor- Pidió Sofía al camarero con una voz habitada de emociones mezcladas con su desencanto habitual.

Al otro lado de la calle ella pudo observar el inocente y angelical juego de unos niños que ahí se encontraban, así lentamente su mente viajo, a ese lugar , aquel preciso momento del primer encuentro con el que seria desde ese instante el amor de su vida. Lo recordaba como si hubiera sigo ayer, el con la violenta y brutalidad que caracteriza a los niños de esa edad, ella con la bien guardada ternura momentánea desvanecida con las ilusiones de cada persona.

En ese instante de nuevo esa sensación invadió su mente, esa que le provocaba querer perderse en el vacío y siniestro de una muerte sin explicación.

-El tiempo transcurre rápidamente, fugaz a una velocidad que trasciende los sentidos necesarios llevándote a esa sima incontrolable de placer y delicioso dolor –Pensó ella mientras sus lágrimas se deslizaban por su cara perfecta hasta encontrase con sus labios y así mojarlas con esas gotas de dolor, hasta perderse en la infinitud de su mentón.

- La cuenta, por favor- pidió al camarero en el instante que dejaba que su cuarto cigarrillo de la tarde se consumiera en el cenicero de la mesa contigua, exactamente como se consumían sus ganas de llorar. En seguida se puso de pie secándose su rostro y decidió salir a perderse en esas calles que ella no conocía.

Momentos después de atravesar la calle y sentarse junto a esos pequeños que jugaban, decidió encontrar un teléfono, camino unas cuantas cuadras y ahí estaba se acerco lentamente levanto el auricular y marco dudosamente número por número, cuando termino de marcar la inseguridad la invadió completamente pero ya era muy tarde. Al tercer tono él con la misma voz contestó.

continuara...


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