lunes, 3 de enero de 2011

Travesuras del Colibrí

Era un lugar un tanto alegado, no de la ciudad sino de las emociones, ahí iban a olvidar lo que aun no lo lograban y era un refugio para amante primerizos que se dejaban llevar por el sonido de la noche.
No tenía nada especial, un prado de arboles que se dejan amar por la naturaleza. Eucaliptus altos que con el viento provocaban un sonido que sumergía el ambiente en una paz y tranquilidad similar a la que encuentras en tus sueños.
Tomaron el auto y por referencia de uno amigo Iván y José se dirigieron al prado que todo el mundo llamaba El colibrí. El camino, eran curvas interminables con casas a ambos costados de una piedra única y jamás vista. Por momentos debían bordear un acantilado que su alma se perdía en el. Miraban el rio abajo como arrastraba todo lo que ya no queremos. Ellos se conocían hace años, luego de terminar ambos Pedagogía en Música en la Universidad Católica ambos se dieron cuenta que no podían vivir sin el otro, era ya un año y medio de relación, fueron sus únicos y primeros hombres. Luego de detenerse a orinar en el camino y llegaron a El colibrí, estaba vacío ya casi anochecía y veían como el sol tímido se escondía intentando que la luna no se diera cuenta que el estuvo ahí. Decidieron amarse en los asientos de ese Nissan v16 heredado del padre de Iván como tantas veces antes lo habían hecho.
Luego de que anocheció y ambos se sintieron satisfechos decidieron regresar. Eran las mimas curvas y pendientes pero esta vez ambos las veían diferentes, más felices, el camino se les hizo nada, llegaron al metro José se bajo y se despidió de manos de Iván como ya su rutina lo tenía establecido. Iván llego a su casa, saludo a su esposa y decidió sentarse a fumar un cigarrillo, no sabía si lo que hacía estaba bien o mal solo disfrutaba del cigarrillo.

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